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La noche antes de su muerte, Jesús reúne a sus discípulos para una última cena. Les lava los pies en señal de humildad y predice su propia traición. Durante la comida comparte pan y vino como símbolos de su cuerpo y sangre. Esta escena bíblica se ha representado a menudo en las artes visuales, siendo un ejemplo icónico la Última Cena de Leonardo da Vinci (ca. 1495/98). Su obra maestra se caracteriza por la animada interacción entre los personajes, un gran avance en la representación artística del tema. El fresco mide 460 x 880 cm y puede verse en el comedor del Monasterio de Santa Maria Delle Grazie en Milán. El tema era tradicional para los comedores de los monasterios, pero la interpretación de Leonardo le dio mucho mayor realismo y profundidad. Las lunetas en la parte superior del fresco están pintadas con el escudo de armas de Sforza. Frente al fresco hay otro fresco de la crucifixión, pintado por Donato Montorfano. Leonardo comenzó a trabajar en la Última Cena en 1495 y la completó en 1498, aunque no trabajó en el fresco de forma continua.
La Última Cena describe las reacciones de los apóstoles cuando Jesús dijo que uno de ellos lo traicionaría. “Se miraron el uno al otro, sin saber a quién se refería”, escribe el evangelista. Los doce apóstoles tienen reacciones diferentes al anuncio de Da Vinci y se encuentran en diversas etapas de ira y conmoción.
