El artista
Herman Henstenburgh (HOORN, 1667 - HOORN, 1726) es conocido por los colores puros y poderosos con los que compuso sus bodegones de flores sorprendentemente suaves, incluso algo enrarecidos. Henstenburgh a menudo pintaba sus bodegones en pergaminos preciosos, incluso aquí. A pesar de su fama y la costosa ejecución de sus bodegones, la pregunta es si podría vivir de su arte: hasta su muerte también trabajó como pastelero.
Herman Henstenburgh (o Henstenburg) fue alumno del dibujante de historia natural Johannes Bronckhorst, cuyo estudio ingresó en Hoorn en 1683, y que también capacitó al joven artista en su otra vocación como pastelero. Henstenburgh parece haber trabajado toda su vida como panadero en Hoorn, una vía fluvial interior relativamente artística, y sus acuarelas siguieron siendo, a pesar de la gran admiración, un pasatiempo. La influencia de Bronckhorst, así como de Pieter Holsteyn de Jonge, sería importante para Henstenburgh, especialmente en su elección del tema. Como dibujante se especializó en imágenes de pájaros, insectos, flores y frutas, generalmente dibujados en pergamino. El biógrafo contemporáneo Johan van Gool señaló que los primeros trabajos de Henstenburgh fueron pájaros e insectos, y no fue hasta alrededor de 1689 que también comenzó a hacer dibujos de frutas y flores en acuarela. Van Gool señaló además que en sus dibujos el artista pudo lograr una riqueza e intensidad de color especiales al experimentar con pigmentos para perfeccionar una nueva forma de técnica de acuarela.
A través de la intervención del pintor Mattheus Terwest, Henstenburgh conoció a varios coleccionistas locales importantes, en particular Pieter van den Brande. Otra mecenas importante fue la coleccionista botánica Agneta Blok, una coleccionista de plantas y flores exóticas que también tenía dibujos de animales y pájaros de la historia natural realizados en Bronckhorst, Holsteyn, Herman Saftleven y Maria Sibylla Merian. Un poco más lejos se sabe que el Gran Duque Cosimo III de'Medici en Florencia ya poseía tres dibujos de Henstenburgh en 1700.
Henstenburgh nunca ha podido ganarse la vida con su arte, y como explica Van Gool: `` Estaba sentado allí en su ciudad natal, con todas sus obras de arte a su alrededor, como si hubiera sido olvidado, porque rara vez lo visitaba un amante del arte. Solo unos años después de su muerte, los dibujos de Henstenburgh se hicieron especialmente populares entre los coleccionistas, especialmente en Inglaterra. Van Gool señala que en 1750 vio a los coleccionistas de Rotterdam Jan y Pieter Bisschop pagar 105 florines en una subasta en Amsterdam por una de las acuarelas del artista. El hijo de Henstenburgh, Antoni, heredó su negocio como pastelero y, como su padre, también fue un dibujante aficionado de pájaros e insectos, a veces copiando el trabajo de su padre.